jueves, 31 de enero de 2008

YA ESTÁ AQUÍ

Una de nuestras lecturas del 2º trimestre ha llegado:
CANSINO, ELIACER . Yo, Róbinson Sánchez, habiendo naufragado, Everest, 1998

A ver si mañana, viernes, 1 de febrero, podéis llevárosla.

martes, 29 de enero de 2008

lunes, 28 de enero de 2008

Modernismo y Generación del 98

Tradicionalmente, los autores de finales del siglo XIX y principios del XX han sido divididos en dos grupos: modernistas y noventayochistas. Esta supuesta separación en dos grupos o escuelas se considera hoy superada, y tanto el Modernismo como la Generación del 98 se contemplan como dos aspectos de un mismo movimiento literario: la renovación poética de principios del siglo XX.
Pedro Salinas (1970) considera que tanto Modernismo como Generación del 98 son términos indistintos que designan al mismo movimiento cultural. El primero se iniciaría en América y el segundo en España, ambos a finales del siglo XIX. La separación entre ambas denominaciones se ha mantenido a lo largo de los años más por razones didácticas que científicas. No podemos olvidar que algunos autores supuestamente pertenecientes a la Generación del 98 –como Antonio Machado o Ramón María del Valle-Inclán– participan igualmente de las preocupaciones, intereses y estilos propios del Modernismo, ya que las circunstancias históricas y ambientales fueron las mismas para todos ellos.
El término Modernismo es anterior al de Generación del 98. Desde finales del siglo XIX se llamó modernistas a todos los autores que querían renovar el panorama literario anterior: se oponen al Realismo, agotado, y a la poesía prosaica de finales del siglo XIX (salvo Bécquer y Rosalía de Castro, que serán tomados como modelos). Este movimiento de renovación nace prácticamente a la vez en Europa y en América. De todos modos, podemos afirmar que los primeros fueron los autores hispanoamericanos, representados fundamentalmente por Rubén Darío.
En un principio el término modernista era despectivo, es decir, los contrarios a la renovación literaria calificaban de esta manera a los seguidores de Rubén Darío. Con el tiempo, este término ha perdido el matiz peyorativo y, como hemos dicho, se utiliza para designar un gran movimiento de innovación literaria.
El Modernismo –considerado en muchos casos un neorromanticismo– busca un nuevo lenguaje basado en una nueva sensibilidad, y rechaza el prosaísmo y la retórica vacía de la literatura anterior. Para ello, vuelve sus ojos hacia Francia, en concreto hacia dos movimientos literarios de la segunda mitad del siglo XIX:
El Parnasianismo, representado por Théophile Gautier, tiene como lema: el Arte por el Arte, es decir, la búsqueda de la perfección poética desde un punto de vista formal, olvidando los contenidos más humanizados. Los temas predilectos de este movimiento son los mitológicos, la Edad Media o los ambientes exóticos, que aparecen frecuentemente en la poesía de Rubén Darío y los demás autores modernistas.
El Simbolismo, representado por poetas como Verlaine, Rimbaud o Mallarmé, busca ir más allá de la realidad, de lo sensible. Pretenden encontrar las significaciones profundas u ocultas de la realidad, lo que no vemos, los aspectos correspondientes a los estados de ánimo. Para lograr esta finalidad aparentemente tan complicada, recurren a los símbolos (imagen física que sugiere algo no perceptible físicamente). Por ejemplo, el atardecer simbolizaría la muerte, el agua será la vida, el camino se correspondería con el paso del tiempo, etc. Además de en Rubén Darío, estos símbolos aparecen en Antonio Machado o Juan Ramón Jiménez.
Las características fundamentales de este movimiento de renovación poética son las siguientes:
-Culto a la belleza sensorial: la luz, el color y los efectos sensoriales.
-Gusto por la estrofa pulcra y cuidada. Pretenden que sus poemas tengan una gran musicalidad, y recurren a ampliar los ritmos y las formas métricas. Siguen usando los metros clásicos (endecasílabo u octosílabo), pero introducen medidas poco usadas hasta entonces: el alejandrino, el dodecasílabo (6+6) o el eneasílabo. Además, utilizan el ritmo de los pies acentuales: dáctilos (óoo), anfíbracos (oóo) o anapestos (ooó).
-Expresión de lo subjetivo: el mundo de los sentimientos íntimos, el mundo de los ensueños de la fantasía. Aun así, temáticamente podemos distinguir dos polos en el Modernismo: la expresión de lo exterior ajeno al poeta y la intimidad sentimental. En relación con el primer tema, los autores escriben sobre paisajes, mujeres hermosas, reyes y príncipes, desfiles, paisajes exóticos. De aquí podemos deducir la insatisfacción que sienten hacia el mundo en el que viven, y su afán por escapar y evadirse mediante su poesía. Profesan una gran devoción por París. El otro polo temático sería la intimidad sentimental del poeta, una veces vitalista y alegre, y otras triste y melancólica. El paisaje se corresponderá simbólicamente con el sentimiento del poeta. Este segundo tema enlaza directamente el Modernismo con el posromanticismo de Bécquer o Rosalía de Castro.
-Tono aristocrático y exquisito.
-Búsqueda del “Arte por el Arte”, de lo bello como fin fundamental, lo cual, según Juan Ramón Jiménez, significará “el encuentro de nuevo con la belleza, sepultada por un tono general de poesía burguesa”.
Como hemos dicho más arriba, el principal representante del Modernismo es el nicaragüense Rubén Darío (1876-1916). De todos modos, no fue el primero, ya que tuvo importantes antecedentes como el cubano José Martí, los mexicanos Díaz Mirón y Gutiérrez Nájera, el cubano Julián del Casal y el colombiano José Asunción Silva, pero sí fue el autor que fijó definitivamente este movimiento a partir de la publicación, en 1888, de Azul..., obra de gran influencia, compendio de poemas y pequeños cuentos, que refleja todas las características del Modernismo repasadas más arriba. Otras dos obras podemos destacar de Rubén Darío: Prosas profanas (1896), su libro más vitalista y alegre, y Cantos de vida y esperanza (1905), dividido en tres partes. En la primera, titulada como el libro, aparecen los poemas de temática hispánica y política, basados en autores anteriores (Cervantes, Góngora), pintores (Velázquez, Goya) o hechos históricos (pérdida de las colonias en 1898). La segunda parte, titulada “Los cisnes”, recoge poemas contrarios al poder que EE.UU. estaba tomando ya a principios del siglo XX. La tercera parte del libro se titula “Otros poemas”. La temática es melancólica, triste y amarga.
La influencia de este autor sobre los autores españoles de principios de siglo es decisiva, e incluso los autores del 27 lo tenían como uno de sus modelos.
Afirmamos más arriba que el término Modernismo, aplicado desde el último tercio del siglo XIX, es anterior a la denominación Generación del 98. Ésta fue aplicada por José Martínez Ruiz, Azorín, a una serie de autores en cuatro artículos publicados en el diario ABC (después reunidos en su obra Clásicos y modernos, de 1913). Según Azorín, los autores más importantes que formarían parte de esta pretendida generación serían: Pío Baroja, Miguel de Unamuno, Ramiro de Maeztu, Valle-Inclán, Antonio Machado y él mismo. Como vemos, algunos autores, como Antonio Machado o Valle-Inclán, participan igualmente de las características del Modernismo, lo cual refuerza la tesis de que en realidad no pueden ser separados Modernismo y 98.
Juan Ramón Jiménez, en un artículo publicado en La voz el 18 de marzo de 1935, opinó sobre la amplitud del Modernismo: “no fue solamente una tendencia literaria: el Modernismo fue una tendencia general”.
Ricardo Gullón (1963 y 1969) opina que no pueden ser enfrentadas las denominaciones Modernismo y Generación del 98, y en todo caso el 98 formaría parte del Modernismo, más complejo y rico que el noventayochismo.
En este punto, cabe preguntarnos: ¿a qué se refiere Ricardo Gullón con el Desastre? En 1898 Cuba, Puerto Rico y Filipinas, las últimas colonias de ultramar que aún poseía España consiguieron su independencia, tras varios años de guerra, con la ayuda de EE.UU.. Este hecho histórico será reconocido desde entonces como el Desastre del 98 y da lugar a la decadencia definitiva de España. Se analizan las causas y se intentan buscar soluciones. A esto se dedicarán los autores encuadrados en el movimiento modernista denominado Generación del 98.
De todas maneras, y aun entendiendo el Noventayochismo como un aspecto particular del movimiento general denominado Modernismo, hay algunas características propias de la Generación del 98 que la individualizan y le dan personalidad propia
Otros autores modernistas (Además de Juan Ramón Jiménez, que estudiaremos más adelante)
Manuel Machado (1874-1947)
Publica Alma en 1902. Enlaza su poesía con la de Rubén Darío y Verlaine. Representa el andalucismo tradicional y, dentro del Modernismo, fundamentalmente el Simbolismo. Encarna la corriente vagamente intimista y melancólica del Modernismo. Entre sus poemas encontramos temáticas ligeras y desenfadadas, folclóricas, además de una poesía de gran perfección técnica sobre temas pictóricos. Es un maestro en la mezcla de lo culto y lo popular, lo clásico y lo moderno. Otras obras destacadas son El mal poema (1909), Apolo (1911), Cante hondo (1912) y Ars moriendi (1921).
Francisco Villaespesa (1877-1936)
Es uno de los iniciadores del Modernismo en España. Al ser amigo de Rubén Darío, pudo introducir en nuestro país sus novedades literarias de primera mano. Representa el Modernismo tópico, sistematizado en las principales revistas y en una gran cantidad de obras, entre las que destacamos La musa enferma (1901) y Tristitiae rerum (1906).
Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936)
Publica su primer libro en verso en 1907, titulado Aromas de leyenda, de influencia modernista, en concreto de Rubén Darío. En La pipa de kif (1919) aparecen temas esperpénticos, con rima estrambótica y deformación caricaturesca, aunque aún bajo los supuestos modernistas.
Miguel de Unamuno (1864-1936)
No ha sido valorado suficientemente en lo que a su poesía se refiere. El propio Antonio Machado se mostró en deuda con él. Los temas fundamentales de su poesía son los mismos que los de su prosa: la preocupación religiosa, el paisaje castellano, la regeneración nacional. Entre sus obras destacan Poesías (1907), El Cristo de Velázquez (1920), Teresa (1924) y su Cancionero (1928-1929).

Otros poetas modernistas destacados son Salvador Rueda, Ricardo Gil y Manuel Reina.

José Carlos Carrillo Martínez

martes, 15 de enero de 2008

¿Estáis un poco liados?

Bueno, ahí van unos esquemas. A ver si los usáis. Ya sabéis que no estoy de acuerdo con alguna nomenclatura.
Espero vuestras opiniones.













lunes, 14 de enero de 2008